miércoles, 25 de diciembre de 2013

Declaración de Principios

Últimamente hay quien me dice que pase y no levante polémica, no remueva las cosas que veo incorrectas y que son un cáncer toxico para el amiente esotérico-espiritual en habla hispana. Como con otra muchas cosas llevamos demasiado tiempo callando y permitiendo que se perviertan las cosas.

Hay quien se ampara en la libertad para corromper tradiciones, inventarse cosas e intentarlas pasar por sabiduría ancestral, o simplemente dar informaciones sesgadas en pos de su propio beneficio (sobre todo económico). Personas que en cuanto les haces resaltar su desconocimiento te saltan indignadas con que no eres poseedoras de la verdad, que todo el mundo es poseedora de la verdad y que su verdad es valida aunque le estén pegando patadas a siglos de historia para inventarse una tradición o una divinidad.

Son gente que basa su mascara espiritual en el lema “En el país de los ciegos, el tuerto es el rey”, aprovechándose de la necesidad de ge de las personas, necesidades de aprendizaje espiritual, dificultades, inseguridades,… y otras debilidades que convierten a las personas en presas fáciles para sus artimañas, creando incluso relaciones dependencia hacia ellos en algunos casos.

El conflicto suele venir cuando alguien que si tiene unos conocimientos verdaderos y profundos sobre un tema, que no ha picoteado simplemente para sacar un beneficio, se cruza en su camino. El problema viene cuando se te ocurre destacar el error que han cometido al meter el pie en un tema de forma superficial e interpretándolo en su propio beneficio. En esos momentos se ponen en modo furia y te acusan de ir de dictador por creerte en poseedor de la verdad, empiezan con los ataques personales, con que debes mirarte el ego… Y en general con todo el discurso típico para dejarte como una persona que debe evolucionar espiritualmente. Pero sabéis que, no eres tu quien debe evolucionar espiritualmente, si no la otra parte la que debe formarse antes de hablar si no quiere que le quiten la razón o la mascara.

Lo cierto es que en el mundo espiritual ahora mismo nos encontramos con muchas personas portando la mascara del sacerdote, llevando sus túnicas y hablando en nombre de los dioses… Pero lo cierto es que sacerdotes realmente encontraremos a pocos y la mayoría de los verdaderos sacerdotes no aclamaran esto a los cuatro vientos.

La responsabilidad del sacerdote

A veces veo a los que se visten de sacerdotes proclamar a los cuatro vientos tener poder para dar soluciones inmediatas a los problemas de las personas por intervenciones cósmicas de sobrenaturales poderes, ofreciendo un catalogo de servicios no demasiado éticos en la mayoría de los casos.

Cuando te paras a analizar las soluciones que dan en el fondo te das cuentas que las soluciones a los problemas que están ofreciendo son parches, cosas que por un tiempo harán funcionar una maquina ya rota que lo que necesita son piezas y recambios nuevos. Porque lo que necesita la gente no son calmantes que simplemente les hagan ignorar el dolor, lo que necesitan es que limpien de pus la herida y les ayuden a coserla.  No necesitan hechizos que dominen a su adversario si no alguien que les de las herramientas para enfrentarlos ellos mismos.

Cuando una persona siento algo por otra persona, pero no se atreve a decirle nada por inseguridad o porque a lo mejor no hay sentimientos de por medio la solución no es hacer un amarre entre esas dos personas. La solución es trabajar con esa persona sus inseguridades, trabajar su amor hacia si mismo y ayudarla a estar mas receptiva. El problema por el que muchas veces no encontramos el amor es por el miedo que tenemos a perderlo después, por como nos infravaloramos por no encajar del todo en los moldes que impone la sociedad, porque nos aferramos a ilusiones en vez de ver la claridad. La función de un sacerdote no es alimentar esas ilusiones creando un vinculo entre dos personas de dependencia energética entre ambas, a la larga no ayudara a ninguna de las partes pues los problemas que les llevaron a la infelicidad permanecerán con ellos.

Cuando una pareja rompe la solución no es forzar a las partes a estar juntas porque una de las partes lo desee porque le este doliendo la perdida. Las personas no son posesión de otras, y reabrir una puerta del pasado va a cerrar puertas del futuro estancando a dos personas en una relación deteriorada y fracasada. La solución esta en hacer comprender a esa persona que cuando las puertas se cierran a nuestra espalda es porque otras se abren a nuestros pies, que no se puede vivir de recuerdos alimentando lo que pudo haber sido en vez de ver lo que podría ser, haciéndoles ver que la vida son ciclos y que no merece la pena estancarse en el recuerdo de quien no los supo valorar o a quien no supieron valorar...

Un sacerdote debe enseñar a las personas a valorarse por lo que son, no alimentar la envidia que sienten por los demás y ni mucho menos ayudarle energéticamente a dañar a quien envidian. Debe enseñar a trabajar con el dolor para cerrar heridas, no traer el manto del olvido sobre lesiones que se pueden enquistar, trabajando por la justicia y el perdón, pero sin llamar al fantasma del odio y de la venganza...

Un verdadero sacerdote hará que las personas aprendan a reconectar con su propio interior, con su naturaleza divina y con aquellos que les esperan al otro lado, mostrándoles como pueden escuchar esas voces interiores, sin necesidad de que el siempre sea un vinculo necesario. No inventara sombras y fantasmas donde no hay nada, ni creara una inquietud donde solo hay paz solo para ganar mas dinero.

Ninguno de estos caminos que muestre un verdadero sacerdote ofrecerá soluciones inmediatas, pero ofrecerá los cambios necesarios para que la maquines que forman nuestra mente y nuestra alma funcionen de nuevo. A veces nos movemos cegados por la desesperación, teniendo nublado el juicio por las presiones de una sociedad que no acepta el no por respuesta y que lo quiere todo ya, al momento y sin esperas. Aunque pueda provocar los parches de un modo inmediato, ayudara a la verdadera sanacion de las personas, y sanar las heridas siempre requiere tiempo.


Podrías darle a esto símiles culinarios, habrá quien te ofrezca una pizza, algo rápido de hacer, delicioso, lleno de salsas y con un olor muy rico. Pero esta pizza seria a la larga para ti pues acumularía un montón de colesterol en las arterias que a la larga podrían darnos problemas de corazón.

En cambio habrá quien nos ofrezca una ensalada y un filete a la plancha, algo mucho menos suculento pero en el fondo aquello que de verdad necesitamos y que será mas sano para nosotros.

Con esto pasa un poco lo mismo, las personas somos un poco como niños y siempre preferiremos la pizza, que es la opción fácil, la suculenta, y la que nos evita enfrentar a nosotros mismos o los problemas que nos harían evolucionar.

Poner parches es fácil, lo difícil es guiar a las personas por el camino de la terapia del corazón.

Fidelidad con uno Mismo

Yo tengo claro que no soy sacerdotisa porque no he sido iniciada por ninguna tradición cuyos miembros puedan llamarse a si mismo por ese cargo. Soy una buscadora dentro de mi propia senda espiritual.

Pero aunque no tenga el titulo de sacerdotisa si comparto los principios de responsabilidad de los sacerdotes, pues a fin de cuentas comparto la conexión con los dioses y soy consciente de los  dones que se me han otorgado para poder ayudar tanto a los demás como a misma.

Esto me ha llevado a pensar también en lo fácil que es perderse a uno mismo cuando intentas dedicarte a la parte espiritual de un modo profesional. Es muy fácil perder el norte y convertirte en lo que siempre has tenido como lo contrario a lo que querías ser. Es muy vestirse como un sacerdote sin serlo, decir cuatro frases rebuscadas que muchas de las personas casi analfabetas en materia espiritual tomaran por una verdad y aprovecharse de ellos. También es fácil cuando ves a otros haciendo esto callarte, no rebatir esas palabras vacías por miedo a que las dirijan contra ti y que luego se dediquen a enturbiar tu imagen y te acusen de farsante cuando los farsantes.
 
Hoy unas hadas de miradas desafiantes a las cuales he mirado a esos ojos muchas veces me han recordado quien era, que aunque sea mas duro no siempre es bueno encajar y que sobre todo debo ser fiel a mi misma.

Yo siempre he sabido cual es la verdad, esa que no necesita envolverse con luces de colores para que la vean, esa que no es solo el disfraz de la mentira ni del veneno que termina por marchitar el alma de las personas. Yo conozco mi voz interior y no voy a acallarla ante quien se ampara en el libre albedrío para violar el de otros.

Voy a decir las cosas como son aunque esto duela y los mentirosos me acusen de conflictiva.


Yo no voy a vestirme con túnicas de sacerdote, yo se quien soy y no necesito disfraz alguno.

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