Últimamente hay quien me dice que pase y no levante polémica,
no remueva las cosas que veo incorrectas y que son un cáncer toxico para el
amiente esotérico-espiritual en habla hispana. Como con otra muchas cosas
llevamos demasiado tiempo callando y permitiendo que se perviertan las cosas.
Hay quien se ampara en la libertad para corromper
tradiciones, inventarse cosas e intentarlas pasar por sabiduría ancestral, o
simplemente dar informaciones sesgadas en pos de su propio beneficio (sobre
todo económico). Personas que en cuanto les haces resaltar su desconocimiento
te saltan indignadas con que no eres poseedoras de la verdad, que todo el mundo
es poseedora de la verdad y que su verdad es valida aunque le estén pegando
patadas a siglos de historia para inventarse una tradición o una divinidad.
Son gente que basa su mascara espiritual en el lema “En el país
de los ciegos, el tuerto es el rey”, aprovechándose de la necesidad de ge de
las personas, necesidades de aprendizaje espiritual, dificultades,
inseguridades,… y otras debilidades que convierten a las personas en presas fáciles
para sus artimañas, creando incluso relaciones dependencia hacia ellos en
algunos casos.
El conflicto suele venir cuando alguien que si tiene unos
conocimientos verdaderos y profundos sobre un tema, que no ha picoteado
simplemente para sacar un beneficio, se cruza en su camino. El problema viene
cuando se te ocurre destacar el error que han cometido al meter el pie en un
tema de forma superficial e interpretándolo en su propio beneficio. En esos
momentos se ponen en modo furia y te acusan de ir de dictador por creerte en
poseedor de la verdad, empiezan con los ataques personales, con que debes
mirarte el ego… Y en general con todo el discurso típico para dejarte como una
persona que debe evolucionar espiritualmente. Pero sabéis que, no eres tu quien
debe evolucionar espiritualmente, si no la otra parte la que debe formarse
antes de hablar si no quiere que le quiten la razón o la mascara.
Lo cierto es que en el mundo espiritual ahora mismo nos
encontramos con muchas personas portando la mascara del sacerdote, llevando sus
túnicas y hablando en nombre de los dioses… Pero lo cierto es que sacerdotes
realmente encontraremos a pocos y la mayoría de los verdaderos sacerdotes no
aclamaran esto a los cuatro vientos.
La responsabilidad del sacerdote
A veces veo a los que se visten de sacerdotes proclamar a
los cuatro vientos tener poder para dar soluciones inmediatas a los problemas
de las personas por intervenciones cósmicas de sobrenaturales poderes,
ofreciendo un catalogo de servicios no demasiado éticos en la mayoría de los
casos.
Cuando te paras a analizar las soluciones que dan en el
fondo te das cuentas que las soluciones a los problemas que están ofreciendo
son parches, cosas que por un tiempo harán funcionar una maquina ya rota que lo
que necesita son piezas y recambios nuevos. Porque lo que necesita la gente no
son calmantes que simplemente les hagan ignorar el dolor, lo que necesitan es
que limpien de pus la herida y les ayuden a coserla. No necesitan hechizos que dominen a su
adversario si no alguien que les de las herramientas para enfrentarlos ellos
mismos.
Cuando una persona siento algo por otra persona, pero no se
atreve a decirle nada por inseguridad o porque a lo mejor no hay sentimientos
de por medio la solución no es hacer un amarre entre esas dos personas. La solución
es trabajar con esa persona sus inseguridades, trabajar su amor hacia si mismo
y ayudarla a estar mas receptiva. El problema por el que muchas veces no encontramos
el amor es por el miedo que tenemos a perderlo después, por como nos
infravaloramos por no encajar del todo en los moldes que impone la sociedad,
porque nos aferramos a ilusiones en vez de ver la claridad. La función de un
sacerdote no es alimentar esas ilusiones creando un vinculo entre dos personas
de dependencia energética entre ambas, a la larga no ayudara a ninguna de las
partes pues los problemas que les llevaron a la infelicidad permanecerán con
ellos.
Cuando una pareja rompe la solución no es forzar a las
partes a estar juntas porque una de las partes lo desee porque le este doliendo
la perdida. Las personas no son posesión de otras, y reabrir una puerta del
pasado va a cerrar puertas del futuro estancando a dos personas en una relación
deteriorada y fracasada. La solución esta en hacer comprender a esa persona que
cuando las puertas se cierran a nuestra espalda es porque otras se abren a
nuestros pies, que no se puede vivir de recuerdos alimentando lo que pudo haber
sido en vez de ver lo que podría ser, haciéndoles ver que la vida son ciclos y
que no merece la pena estancarse en el recuerdo de quien no los supo valorar o
a quien no supieron valorar...
Un sacerdote debe enseñar a las personas a valorarse por lo
que son, no alimentar la envidia que sienten por los demás y ni mucho menos
ayudarle energéticamente a dañar a quien envidian. Debe enseñar a trabajar con
el dolor para cerrar heridas, no traer el manto del olvido sobre lesiones que
se pueden enquistar, trabajando por la justicia y el perdón, pero sin llamar al
fantasma del odio y de la venganza...
Un verdadero sacerdote hará que las personas aprendan a
reconectar con su propio interior, con su naturaleza divina y con aquellos que
les esperan al otro lado, mostrándoles como pueden escuchar esas voces
interiores, sin necesidad de que el siempre sea un vinculo necesario. No
inventara sombras y fantasmas donde no hay nada, ni creara una inquietud donde
solo hay paz solo para ganar mas dinero.
Ninguno de estos caminos que muestre un verdadero sacerdote ofrecerá
soluciones inmediatas, pero ofrecerá los cambios necesarios para que la maquines
que forman nuestra mente y nuestra alma funcionen de nuevo. A veces nos movemos
cegados por la desesperación, teniendo nublado el juicio por las presiones de
una sociedad que no acepta el no por respuesta y que lo quiere todo ya, al
momento y sin esperas. Aunque pueda provocar los parches de un modo inmediato,
ayudara a la verdadera sanacion de las personas, y sanar las heridas siempre
requiere tiempo.
Podrías darle a esto símiles culinarios, habrá quien te
ofrezca una pizza, algo rápido de hacer, delicioso, lleno de salsas y con un
olor muy rico. Pero esta pizza seria a la larga para ti pues acumularía un montón
de colesterol en las arterias que a la larga podrían darnos problemas de
corazón.
En cambio habrá quien nos ofrezca una ensalada y un filete a
la plancha, algo mucho menos suculento pero en el fondo aquello que de verdad
necesitamos y que será mas sano para nosotros.
Con esto pasa un poco lo mismo, las personas somos un poco
como niños y siempre preferiremos la pizza, que es la opción fácil, la
suculenta, y la que nos evita enfrentar a nosotros mismos o los problemas que
nos harían evolucionar.
Poner parches es fácil, lo difícil es guiar a las personas
por el camino de la terapia del corazón.
Fidelidad con uno Mismo
Yo tengo claro que no soy sacerdotisa porque no he sido
iniciada por ninguna tradición cuyos miembros puedan llamarse a si mismo por
ese cargo. Soy una buscadora dentro de mi propia senda espiritual.
Pero aunque no tenga el titulo de sacerdotisa si comparto
los principios de responsabilidad de los sacerdotes, pues a fin de cuentas
comparto la conexión con los dioses y soy consciente de los dones que se me han otorgado para poder ayudar
tanto a los demás como a misma.
Esto me ha llevado a pensar también en lo fácil que es
perderse a uno mismo cuando intentas dedicarte a la parte espiritual de un modo
profesional. Es muy fácil perder el norte y convertirte en lo que siempre has
tenido como lo contrario a lo que querías ser. Es muy vestirse como un
sacerdote sin serlo, decir cuatro frases rebuscadas que muchas de las personas
casi analfabetas en materia espiritual tomaran por una verdad y aprovecharse de
ellos. También es fácil cuando ves a otros haciendo esto callarte, no rebatir
esas palabras vacías por miedo a que las dirijan contra ti y que luego se
dediquen a enturbiar tu imagen y te acusen de farsante cuando los farsantes.
Hoy unas hadas de miradas desafiantes a las cuales he mirado
a esos ojos muchas veces me han recordado quien era, que aunque sea mas duro no
siempre es bueno encajar y que sobre todo debo ser fiel a mi misma.
Yo siempre he sabido cual es la verdad, esa que no necesita
envolverse con luces de colores para que la vean, esa que no es solo el disfraz
de la mentira ni del veneno que termina por marchitar el alma de las personas.
Yo conozco mi voz interior y no voy a acallarla ante quien se ampara en el
libre albedrío para violar el de otros.
Voy a decir las cosas como son aunque esto duela y los
mentirosos me acusen de conflictiva.
Yo no voy a vestirme con túnicas de sacerdote, yo se quien
soy y no necesito disfraz alguno.
Imagenes: http://www.strangeling.com/